15 jun 2008

Las piedras de Cariño

Lleva un siglo esperando cada día la marea en un recodo de la ría de Ortigueira, en la desembocadura del río Maior. Fue el último molino marinero construido en Galicia y el único que resiste en la comarca del Ortegal. La Fundación Ortegalia, que integran la Xunta, el ayuntamiento ortegano, la Diputación Provincial y varias entidades privadas, se embarcó hace unos meses en la recuperación de este fragmento singular del patrimonio etnográfico de la zona. Este curioso sistema de molienda, que rentabiliza el cambio de nivel que producen las fuerzas gravitacionales de la luna y el sol sobre las aguas, llegó a Ortigueira muchos siglos después, en torno a 1905, de la mano de un emigrante ortegano, de nombre José, que retornó de La Habana (Cuba). No sabía leer, pero supo ingeniar todo esto. José y su hermano traían las piedras en barco cada día desde una cantera de Cariño, roca a roca hasta que lo acabaron. Un muro cuajado de piedras con forma de media luna, y un sencillo sistema de compuertas bastaban para recoger la marea llena tras un dique y conducir el agua a través de la parte baja del molino para mover las dos piedras circulares (las muelas) entre las que se machacaba el grano. El propietario retornó a Cuba, pero sus antiguos vecinos cuentan que regresaba cada año para supervisar esta esquina de la marisma que en los años hambrientos de la posguerra se transformó en una industria harinera pujante. La electricidad y los motores acabaron con la vida del molino, construido sobre un humedal protegido entre las parroquias de Cuíña y Senra, que heredó un sobrino y poco después un hijo de éste emigrado a Venezuela. Su último propietario fue Aladino Barros.

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